[:es]¡Cuánta razón tuvo la madre de Marta Rojas al responder con estas palabras a su esposo, que titubeó ante la petición de permiso de su hija la madrugada del 26 de julio de 1953! La joven, recién egresada de Periodismo en la Universidad de La Habana, había sido convidada por el fotorreportero Francisco (Panchito) Cano, corresponsal gráfico de Bohemia en Santiago de Cuba, para hacer un reportaje y los pies de grabado del carnaval santiaguero. Los tiros en la madrugada de la Santa Ana hicieron cambiar todos los planes, hasta la oferta de $ 50.00 de Panchito por el trabajo encargado: “En Periodismo lo último que ocurre es lo que se publica”, tal como aseveró Marta, que fue tras el colega para convertirse oportunamente en la “cronista del Moncada”.
Una semana nos separa de la conmemoración nacional por el 26 de julio, pero 66 años han transcurrido desde aquella epopeya gloriosa, protagonizada por jóvenes que en plena efervescencia revolucionaria se dejaron guiar por Fidel, el líder de la Generación del Centenario. Marta arriba a nuestra pequeña salita de reuniones, donde las butacas fueron escasas para todo un colectivo interesado, pero la atención que suscitaba la visita tuvo total correspondencia con el sentimiento que nos dejó impregnado. Una hora y media de un relato que solo el sonido de los ventiladores interrumpía, y todos fuimos transportados, cual máquina del tiempo, para aquellos días épicos. ¡Increíble poder de comunicación el de esta maestra del periodismo cubano! Por muy excelentes referencias que tuviera de tan excelsa escritora, que además del Premio Nacional de Periodismo José Martí en 1997, también ostenta el Premio Alejo Carpentier de novela en el 2006; nada se compara hoy al sabor que ha dejado en mí presenciar su intervención.
Recorrer la historia de la mano de quienes la protagonizaron es un privilegio y así nos sentimos quienes tuvimos la excepcional oportunidad. Agradecemos a la Dirección del Periódico Granma por posibilitar este momento único, allí en plena capacidad de ejercicio Marta se desempeña desde su fundación en 1965; pero de manera especial le agradecemos a Marta de quien acertadamente Carpetier dijera en el prólogo de su libro “El juicio del Moncada”: “Gran suerte es, por ello, que ciertos acontecimientos particularmente importantes hayan tenido su cronista, oportunamente situado en el lugar de los hechos con el ánimo de fijar, hora por hora, lo que en una encrucijada de la historia haya podido suceder un día determinado que, semejante a todos los demás para quienes lo vivieron rutinariamente, habrá de inscribirse en los anales de un pueblo como único e insustituible… Quien, en el futuro, quiera informarse acerca del histórico Juicio del Moncada, tendrá que acudir, por fuerza, a la crónica de Marta Rojas, testimonio elocuente y fidedigno de un trascendental acontecimiento (…).”
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