[:es]De los muchos y certeros consejos que ofrece siempre nuestro especialista en Urología y Andrología, Ramiro Fragas Valdés, están los relacionados con las cirugías para elongación del pene. Cada vez más pacientes claman por este proceder quirúrgico, la mayor parte de las veces, demandado por “la falta de educación sexual, consejería, prejuicios culturales de hombres y mujeres, en los que prima un protagonismo exagerado para el miembro viril masculino”.
De ahí la decisión de compartirles hoy un pertinente trabajo periodístico que años atrás escribiera la colega Mileyda Menéndez Davila para la sección Sexo Sentido del diario Juventud Rebelde. “El mejor bisturí es la autoestima” (https://bit.ly/2JJCGTM) lo recomendamos como una excelente propuesta para esclarecer, aprender y, si quedaran dudas, acá están los expertos.
“EL MEJOR BISTURÍ ES LA AUTOESTIMA”
La gran mayoría de los hombres que sueñan con una cirugía de alargamiento peneano son jóvenes. Luego la vida les demuestra que faltaba más experiencia que tamaño, y sobre todo escaseaba la seguridad en sí mismos y el buen juicio a la hora de elegir pareja.
El doctor Ramiro Fragas, jefe del Grupo Nacional de Sexología, achaca esta angustia a una inadecuada educación sexual en ambos sexos, opinión que corroboramos con colaboradores de Sexo Sentido en varias provincias, pues cuanto mayor conocimiento y disposición para hablar del tema mostraron los individuos entrevistados, menos preocupación reportaron.
Sorprende ver los prejuicios que aún genera este asunto y el modo en que las opiniones se contradicen: un joven de 19 años cree que un pene muy grande provoca «infarto cerebral»; algunos ven el tamaño como sinónimo de virilidad y otros asumen que ese es un problema creado por las mujeres y por tanto no «debe preocupar a los machos cubanos».
Según Fragas, en Cuba sí existe una demanda significativa de cirugías para agrandar el pene (nuestra sección es testigo de eso), pero en la práctica estas son escasas. Por fortuna, cuando se explican sus pocas ventajas y muchos inconvenientes, la mayoría de los hombres se convence de que no hace falta operar, sino «aprender a operar» con el pene y el resto del cuerpo hasta perfeccionar el desempeño sexual.
La intervención quirúrgica no es un proceder para tomar a la ligera, sino una opción para casos bien seleccionados, afirma el doctor Fragas. El aporte real de la cirugía es a lo sumo de uno o dos centímetros más. En cambio, pueden quedar secuelas en el funcionamiento o la estética del pene, aun sin daños vasculares o del sistema nervioso que interfieran en la erección.
«Todas las personas deberían saber que la mujer tiene muchas zonas que participan del erotismo. La sensibilidad mayor se encuentra en el clítoris y en la entrada de la vagina, principalmente en la cara anterior de su tercio externo, donde terminan las raíces de los cuerpos cavernosos del clítoris (coincidiendo con el controversial y mundialmente famoso punto G). Por tanto, no es necesario que el pene sea demasiado largo para que estimule esa área durante el coito con penetración», detalla el experto.
La media en nuestro país para un pene erecto está entre los 11 y los 15 centímetros, pero los hombres con penes más pequeños pueden perfectamente lograr buena erección, estimular adecuadamente a su pareja y provocar su excitación, lubricación y orgasmo, precisa Fragas.
Sin embargo, su equipo de trabajo ha atendido a pacientes deseosos de hacer crecer sus penes para no perder su relación, y al medirlos resulta que están dentro o por encima de ese promedio. Uno tenía 18 centímetros y aun así quería operarse porque ella lo veía pequeño, comenta. En tales casos, ¿no sería más lógico buscar las causas de insatisfacción en otros aspectos de la pareja?
A la larga, menos dicha
No solo en Cuba la medicina es prudente frente a esta problemática. La posición de la International Society of Sexual Medicine (ISSM) y de la Sociedad Latinoamericana de Medicina Sexual (SLAMS) es no intentar alargamiento peneano en pacientes que no lo necesiten de verdad. Para el doctor Ira Sharlip, ex presidente de la ISSM, a veces el problema está «entre las dos orejas, no en el pene». La consejería sexual pretende hacerles entender a los hombres, cuando sus penes son normales, que deben aprender a usarlos adecuadamente.
Si no hay una enfermedad congénita o adquirida, la cirugía se valora en hombres con un pene menor de ocho o nueve centímetros en erección, que se sale de la vagina con facilidad.
Luego de decenas de solicitudes, el equipo del doctor Fragas ha operado unos veinte casos. La mayoría porque presentaban malformaciones (extrofia vesical, epispadia, hipospadia); habían sufrido falectomía parcial por cáncer (recorte del pene) o tenían la curvatura típica de la enfermedad de Peyronie, con menos de nueve centímetros en elongación. También operaron a un paciente diabético con hipogonadismo y micropene, y a nueve que lo requerían para recibir una prótesis peneana.
«Solo en dos jóvenes de 20 años la cirugía fue sugerida por especialistas de salud mental del equipo multidisciplinario que atiende a estos casos, luego de agotar los recursos a su alcance para disuadirlos de esa idea irreductible de tener el pene pequeño (dismorfofobia)», precisa Fragas.
Por eso, digan lo que digan, el mejor bisturí es la autoestima, alimentada con el conocimiento. Eso de «caballo grande…» puede funcionar en el campo, pero en la sexualidad no pasa de ser un mito falso, discriminante y peligroso.
Centímetro en balanza
Se considera micropene a un miembro inferior a cuatro centímetros en flacidez y 7,5 erecto, y aun así puede ser funcional. De las técnicas quirúrgicas aplicadas, algunas ni siquiera trabajan sobre el pene directamente, como la extracción de grasa en el tejido adiposo sobre el pubis (lipectomía o liposucción) y la cirugía plástica en V-Y de la piel en esa misma zona. Estas buscan sobre todo mejorar visibilidad.
Otras técnicas son seccionar el ligamento suspensor del pene para avanzar el órgano y refijarlo; la rotación de un sobrante de piel del abdomen inferior hacia el pene y los injertos de piel y músculo para reconstruir penes dañados.
Las complicaciones esperables van desde una pérdida en el ángulo de la erección (hacia abajo) y la retracción del pene por las cicatrices (se encoge), hasta su escrotalización (al tomar piel del escroto se ve mal estéticamente (le llaman pene en oreja de perro). También pueden darse episodios de hipoestesia (disminuyen las sensaciones), infecciones, abscesos, fístulas o edemas (inflamación) después de la operación.[:]